jueves, 5 de marzo de 2015

La Urbanidad de Socorro




Quiero creer que en Colombia la gente es servicial,  honesta y trabajadora, me ensaño en ver que sí hay gente dispuesta a ayudar, y a hacer bien las cosas. Sin embargo todo el día en las ciudades se viven maratónicas disputas, malos entendidos, falta de comunicación y malas intenciones  entre los carros,  el que se cola en la fila, el que pasa corriendo por debajo del puente peatonal en un pique de gacela atravesando la autopista, el que no devuelve bien las vueltas, o en conclusión el que sólo  piensa en su interés personal. 

Cuando habitamos en este mundo con miles de personas más, se sobrentiende que no solo se vive, sino que se  convive,  eso implica una coexistencia pacífica y armoniosa con el resto de seres vivientes en el mismo espacio.  Y ese hábitat genera habitus y el habitus genera hábitat. Ese espacio  es un elemento activo en la conformación del orden y la conducta social, pero esa conducta social no siempre está reglamentada en unos parámetros de ley sino que a veces viene implícito en lo que consideramos moral o ética.  Se supone que  esos parámetros de comportamiento deben inculcarse en las familias,   y en los colegios como primera instancia, donde posteriormente reflejaría lo que consideramos  ser buenos ciudadanos, cuando digo esto me refiero en pensar en el otro antes de actuar, generar  un comportamiento que construya y no que menoscabe. Debemos empezar a crear la necesidad de ser uno más que suma y hace parte de la solución de los conflictos y aporta a una mejor convivencia. De aquí hay mucha tela para cortar, desde qué se entiende por ser buen ciudadano, ¿un status posterior a la nacionalidad que otorga derechos y deberes? o ¿una manera de influir positivamente en el entorno?  

La cultura ciudadana podría verse como ese conjunto de actitudes y costumbres e incluso normas, pero no necesariamente están escritas en un papel o en un código, que permitan y logren un bienestar del ciudadano. Pero pregunto ¿qué hace usted diariamente para contribuir a eso? Últimamente no hacemos sino quejarnos del imposible tráfico, de lo asfixiante y terrible que puede ser meterse en un bus articulado de transmilenio y de lo importante que es no dar papaya. Porque no mejor empezamos a ver las cosas desde otra óptica de: Hacer la fila, lo cual implica un trasfondo mayor que esperar en una hilera de carros o personas, es entender el respeto de que quien llega primero, y no de privilegios otorgados por nombre de familias prestantes, roscas o vivezas.


Pensar en el otro implica, ver que hay alguien mayor y ceder la silla, mujeres embarazadas o con niños en brazos. Hacer la fila, la que sea, la del banco, la del semáforo, la de la tienda etc. Evitar la cultura del avivato que tanto daño le hace al país. Esa cultura del avivato, hace referencia específicamente al que sólo piensa en él, “tengo afán por eso me colo”, “el de adelante está distraído y por pendejo le quito el puesto”, “es que este mundo es de los vivos”, “sino se dio cuenta que me dio de más en las vueltas pues de malas”, “lo rompí, pero nadie me vio”, “acabe el paquete de papas y lo arrojo desde la ventana a la calle”, y así miles de ejemplos en nuestra cotidianidad que nos impiden convivir bien. Resulta entonces que si usted rompe algo tiene que reponerlo, y eso lo debió aprender desde chiquito, pero sino lo hizo todavía está a tiempo, necesitamos que se ponga la camiseta y aporte, y así vea al otro haciendo las cosas mal empiece por usted, haga un cambio y contribuya a un mejor habitat. 

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